El asma es una enfermedad frecuente que varía
mucho de un país a otro. Afecta alrededor del 3 al 7% de la población adulta,
siendo más frecuente en edades infantiles. En niños es una de las más
importantes enfermedades crónicas. Es más frecuente en el sexo masculino, pero
al llegar a la pubertad, esta relación cambia. En los ultimos veinte años se ha
registrado su aumento debido en parte a la contaminación ambiental y las
consecuencias de esta.
Aunque se conoce que el asma es una condición
causada por una inflamación crónica de las vías aereas, los componentes
precisos de esta inflamación están todavía por dilucidar y las causas de esta
inflamación son inciertas. Muchas células inflamatorias pueden estar implicadas
e interactuar con otras de alguna manera compleja.
Existe ya una evidencia persuasiva de que los
mastocitos
juegan un importante papel en la respuesta inmediata al alérgeno y
el asma inducido por el esfuerzo y el relacionado con alimentos, pero las
células responsables de la inflamación crónica que provocan la hiperreactividad bronquial son los macrófagos,
los eosinófilos
y linfocitos T,
todos ellos aparecen activados en el asma. Los linfocitos T están programados
para producir ciertas citoquinas (células Th2) que conducen a la característica
inflamación eosinofílica. Esta programación comprende a células presentadoras
de antígeno,
tales como las células dendríticas en el epitelio de vía aérea.
El proceso de inflamación crónica puede que
conduzca a cambios estructurales, tales como la fibrosis, el
engrosamiento o hipertrofia del músculo
liso bronquial y la angiogénesis lo que puede dar lugar a una obstrucción
irreversible de la vía aérea.
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