Ayer vino a nuestro despacho Don Valentín Ibañez. Pertenece al Cuerpo de Bomberos. Toda su vida ha trabajado como bombero y, para hacer unos ahorros, hacía horas extras como transportista. Llevaba puntualmente sus dineros al Banco de Santander, en quienes confiaba plenamente, entregándoles el fruto de sus años de sacrificio y el futuro suyo y de su familia. Y así se lo manifestó.
El Banco le dijo que le invertirían sus ahorros para que le produjesen una renta, por lo menos, del 7% anual. Era una inversión segurísima y, además, en cualquier caso, el Banco respondía. Sólo había un inconveniente. Como era una inversión muy cualificada, sus ahorros eran escasos para ella. Pero no había problema: le daban un préstamo de 600.000 € y, juntando unas cosas y otras, ya tendría la tranquilidad y el futuro asegurado.
Con el tiempo, le extrañaba que no le informasen de cómo iban sus dineros. Pero era el Banco de Santander. Ellos sabrían. Además, de vez en cuando, ya le pagaban unas cantidades. Bien es cierto que le parecía lo comido por lo servido puesto que pagaba un préstamo.
Pero Don Valentín Ibañez ya tenía bastante con su trabajo y, en su tiempo libre, haciendo transportes.
Don Valentín Ibañez nos muestra sus manos encallecidas. Nos cuenta que le dijeron en el banco que había perdido todos los ahorros de su vida. No comprendía. Su mujer tampoco comprendía y ha contraído una grave depresión. Su hija tampoco entiende de finanzas y lleva varios meses sin poder asistir a sus clases. A Don Valentín Ibañez se le saltan las lágrimas cuando nos dice que ya no puede más: le han dicho que se lo van a solucionar porque le van a dar nuevos papeles que le rentarán un 2% anual, a lo mejor puede venderlos y, quizá, le paguen una cantidad para ir tirando y, a lo mejor, dentro de diez años, el Banco decide comprarle esos papeles.
De nuevo, Don Valentín Ibañez nos enseña sus manos. Dice que ya le han destrozado su vida y su familia y que lo único que quiere es justicia que, quien ha hecho ese daño, lo pague. Ya no le importa el dinero.
Leo a algún articulista que ensalza la honradez del banco. En el foro de Davos, y, por aquí y por allá, se pone como ejemplo de buen hacer comercial.
Lo único incierto de esta historia es el nombre del protagonista.
Pero alguien miente y, desde luego, no es Don Valentín Ibañez
Román Oria Fernández de Muniaín ORIA, PEÑA, PAJARES Y ASOCIADOS Arbitro de la Corte de Arbitraje de Madrid
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